Soy June, y soy Defred, y también soy Serena

Los personajes femeninos de El cuento de la criada evocan partes de mí. Algunas en las que me gusta reconocerme, otras que borraría de un plumazo y unas cuantas más que me pregunto si aflorarían en situaciones extremas como las que se viven en la República de Gilead. 



La rebeldía de June, la sumisión de Defred, la frialdad de Serena... Mientras devoro esta obra maestra de la televisión me hago un auto-análisis que ni en un curso de psicología por correspondencia. Porque me veo en June y en Serena. Y en Moira, en Emily, en Janine... Y también reconozco a muchas otras mujeres de mi entorno.

El personaje más potente de El cuento de la criada es June/Defred. Más bien son dos personalidades que conviven en el mismo cuerpo. Como en la vida, donde no hay un sólo YO. Cuando se impone la June que nació como ciudadana libre, aflora la rebeldía y la valentía. No es el pájaro enjaulado que espera que le abran la portezuela. Ella intenta escaparse por el bebedero.


La veo y pienso: ¿Sería capaz de hacer lo mismo? ¿O me resignaría a mi nueva existencia? Y quiero creer que saldría mi parte rebelde y valiente. Aunque a veces lo que llamamos rebeldía es simplemente el ir en contra de lo que conocemos por la mera necesidad de sentirnos diferentes. Como muchas otras, June decide hacer todo lo contrario que su madre: una activista feminista que de pequeña ya la llevaba de manifestación en manifestación. Así que June se busca un trabajo estable, se casa muy joven y tiene una hija.


Cuando June es la criada vestida de rojo del comandante Fred Waterford y se llama Defred (propiedad del susodicho) se adivina una mujer sumisa, salvadora y juzgadora. Rasgos de carácter no tan extraños porque me pregunto:

  • ¿Cuántas veces decimos sí por miedo a que los demás no nos acepten? (soy sumisa)
  • ¿Cuántas veces ayudamos a alguien sin que nos lo pida? (soy salvadora)
  • ¿Cuántas veces opinamos sobre la vida o la conducta de alguien? (soy juzgadora)

Defred es sumisa por supervivencia pero también lo es pensando que cambiará al asqueroso comandante (pero guapísimo Joseph Fienes) y su final será diferente al de otras criadas.

También es salvadora, especialmente con Janine a la que trata como si fuera su hija pequeña y, de cierto modo, haciéndose imprescindible para ella en los momentos más difíciles de gestionar. Y como no, juzgadora. Recuerdo una conversación con Moira: Defred le echa en cara que no luche por cambiar su destino cuando ella se está follando a su opresor.

¡Qué poco nos cuesta ver la paja en el ojo ajeno!


Y qué decir de Serena Waterford. Parece una princesa de hielo, segura de sí misma, que ni siente ni padece. ¡Mentira! Otra sumisa que ha renunciado a demostrar su valía para tener descendencia. Y no lo digo yo, lo explica ella en la segunda temporada. Así que tenemos a una insegura que pasa de la aparente calma a estallar de forma violenta después de tragar litros y litros de mierda.


Moira, la mejor amiga de June, también es un ejemplo de princesa de hielo en versión echada pa'lante. Parece que va a la suya, buscando pasárselo bien... pero hay episodios, en los que muestra cuanto dolor esconde. Como en aquella escena donde, ya lejos de Gilead, rechaza el contacto físico con una amante más allá de lo puramente sexual. No me des un beso que no sé como gestionarlo.

Así, que mucho o poco, o sólo en algún momento de nuestras vidas, somos o hemos sido June, Moira, Serena, Defred y también Janine o Emily, e incluso Tía Lidia.

Lo más humano de El cuento de la criada es vernos reflejadas en todas esas mujeres. Lo más terrible es como una ficción aterradora se parece, cada día más, a la realidad que nos rodea: vientres de alquiler, partidos políticos que hacen bandera del odio a la mujer y a los homosexuales, de la pérdida de derechos civiles en pro de la seguridad antiterrorista, etcétera.


Viendo la serie me entra un escalofrío pensado que quién me asegura que no avanzamos hacia una sociedad donde se quemarán los libros, se prohibirán los periódicos, vestiremos un color en función de nuestro rol en una sociedad gobernada por fanáticos... donde, en definitiva, seremos esclavos.

Comentarios

  1. Ufff me has dejado tocada la verdad, simplemente genial

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    1. Muchas gracias por ser tan fiel en tus lecturas y tan generosa en tus comentarios.

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  2. Noia jo tinc els mateixos pensaments que tu quan acabo cada episodi... segur que anem pel bon camí?? que passa amb aquesta societat ?? a la fi l'estem creant nosaltres... uff... quina por i quin mal cos em queda ...

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    1. Almenys anem pel bon camí de la reflexió i això ja és un què important. Gràcies per compartir les teves impressions!

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  3. Es dificil admitir que tenemos un poco de cada una de esas mujeres, por que ciertamente a mi me gustaría ser la June libre y rebelde pero a veces soy Serena o Defred, cosa que me desagrada. Muy valiente Laura Nicolás con esta reflexión, ¡me encantas!
    La serie me dejó tocada, tan aterradora, tan terrible y tan llena de colores que asustan. Cambiaba de parecer en relación a las protagonistas, a veces June no me gustaba y otras veces me encantaba Serena, justo al revés de lo que pudiera ser lógico...supongo que son mis dualidades.
    Una serie que me enganchó y me puso la piel de gallina. Hoy empiezo la tercera temporada.

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    1. Muchas gracias Marisa por compartir tu experiencia con la serie y, sobretodo, con las mujeres de la serie. Yo tardaré un poquito más en empezar la tercera temporada. Espero poder vencer la tentación hasta que ya esté completa.

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