Abortar es una decisión personal
¿Estoy a favor del aborto? Absolutamente, porque legalizar una práctica no significa hacerla obligatoria.
Estas semanas he leído muchos artículos a propósito del debate que hubo en el Senado argentino sobre la legalización del aborto. Uno de los puntos de vista más interesantes es el de Barbijaputa. Ha puesto el dedo en una llaga que pasa demasiado desapercibida: a las mujeres se les pide que sean consecuentes con sus actos.
Esto me lleva a dos reflexiones. La primera es: ¿a los hombres también les pedimos que sean consecuentes o no es necesario? La segunda: ¿ser consecuente es sólo parir o es tomar una decisión respecto al embarazo?
Deduzco que los contrarios al aborto saben perfectamente que las mujeres no somos la Virgen María y, por lo tanto, no nos crece un bombo por obra y gracia del Señor. Así que cuando excluyen a los hombres del debate no es que sean idiotas, ni mucho menos. Simplemente se trata de una práctica habitual en una sociedad machista como la nuestra. Toda la culpabilidad recae sobre la mujer.
Y aquí enlazo con la segunda reflexión: a las mujeres solamente nos cae la culpa. De responsabilidad, ni hablar. Tampoco les parece bien eso de "nosotras parimos, nosotras decidimos". Culpables sí, responsables no.
El diario ABC tituló al día siguiente de la votación argentina que había ganado la vida. ¿La de quién?, les pregunto. Porque una semana después moría una mujer por un aborto casero. Entiendo que para los y las del ABC (que lo escriben o lo leen) lo único que cuentan son los fetos. Así que, por favor, no titulen engañosamente y la próxima vez escriban "Ganan los fetos".
Hablo de fetos (así en abstracto) sin rubor al confesar que me emocionan las primeras ecografías. Eso sí, de embarazos deseados que, a veces, tampoco han sido buscados.
Pero, ¿en los demás casos? Mi respuesta es clara: un embarazo es cosa de una persona (la mujer preñada) o de dos (si la susodicha lo quiere compartir con el que la ha preñado). El resto, sobramos. Y la razón para abortar puede ser desde haber sido víctima de una violación a que simplemente un embarazo no forme parte de tu proyecto vital.
¡Qué barbaridad?, dirán algun@s. Pues muy bien, opinar es libre. Como lo tiene que ser abortar. Así que la interrupción del embarazo debe ser un derecho para proteger la vida de las mujeres que se deciden por esa opción. Una ley del aborto no obliga. Lo que es una barbaridad es que en muchos países, encima, esté penalizado.
Abortar es una decisión personal. Como operarse las tetas y, sobre eso, a nadie se le ocurre querer tener voz y voto. No me imagino a los pro-vida acampando en las clínicas de estética para defender que tenemos que aceptar el cuerpo que Dios nos ha dado.
Estaremos de acuerdo que lo mejor es tener la autoestima alta, con o sin tetas grandes. Pero si te van hacer sentir mejor, te pones unos pechotes y andando. Pues lo mismo. Nadie va buscando un embarazo no deseado. Así que si tienes la mala suerte de quedarte preñada y no puedes o no quieres seguir adelante, pues abortas.
Por la tanto, me dirijo a los acérrimos defensores de la vida. No perdáis el tiempo en prohibir el aborto cuando hay vidas de verdad a las que proteger. ¿Qué pasa con los refugiados que mueren en el mar? ¿O con los niños del Yemen y otros países que mueren bombardeados con material proporcionado por la industria armamentística occidental? ¿Y con los menores abusados por sacerdotes? ¿Y qué me decís de los pobres que mendigan cada día en nuestras calles?
Llamadme demagoga. Tal vez tengáis razón. Pero, al menos, intento evitar ser una hipócrita y llenarme la boca de vida cuando lo que, de verdad, estoy defendiendo es una moral determinada. No estáis a favor de la vida, estáis en contra de lo que vosotr@s consideráis pecado.
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