El sexo no es un trabajo
Legalizar la prostitución es una barbaridad. Es legalizar la trata de blancas. Es legalizar que somos uno o varios agujeros para el placer del macho dominante.
Hablo desde mi propia experiencia.
Ahora es cuando os imagino alucinando en colores. No, no hablo desde la experiencia de cobrar por sexo. Aunque a veces me vengan ganas de pasar el platillo cuando me encuentro con según que imbécil... Hablo de mi experiencia como persona que estaba a favor de legalizar la prostitución hasta convertirme en una convencida abolicionista.
Todo empezó con la controversia que se generó en Cataluña por un proyecto de legalización de la prostitución. Uno de los reportajes que me encargaron fue analizar la situación en otros países. Y ahí descubrí el abolicionismo. ¿Y qué países prohíben la prostitución? Los nórdicos.
En los tiempos actuales, que mis queridos vikingos penalicen ir de putas ya sería argumento suficiente para convencerme. Pero en aquella época, y en mi rol de periodista objetiva, necesité más datos. Así que miré estadísticas, analicé la situación en países que sí la habían legalizado (Alemania), hable con expertos de una y otra opinión, y también recogí la opinión de las putas.
¿Y sabéis lo qué me encontré? Que solamente dos de ellas defendieron el ser puta.
Una de ellas vino a la entrevista acompañada por su proxeneta (él se hacía llamar responsable del club) y, como podéis suponer, ella no se sintió en absoluto intimidada y se expresó con total libertad ("y una mierda").
La otra fue una conocida Madame que, superada ya cierta edad, solamente atendía llamadas y se llevaba su tanto por ciento. Había sido puta pero me insistía que tanto ella como sus "discípulas" sólo tenían clientes limpios y educados. También me argumentó que esa era una manera de tener un palco en la ópera.
Los puteros de Hollywood ensalzaron la figura de puticienta |
Lo más rocambolesco que me pasó fue con los autodenominados empresarios sexuales (los chulos de toda la vida). Me explicaron que las putas son putas porque habían elegido el oficio más viejo del mundo (al parecer ni la FP ni la universidad les convencían). Para demostrármelo, me llevaron a visitar una sauna (un puticlub). ¡Atención! Estaba muy limpia y tenia unas habitaciones de lujo... pero allí no había nadie.
Como periodista he hecho muchas entrevistas y visitas a empresas. Nunca me han encerrado en un despacho (como en el caso de la Madame) ni he visitado instalaciones sin ver ni a un sólo trabajador/a (como en la sauna).
En este punto mis preguntas son las siguientes:¿si tan normal es el negocio de la prostitución? ¿si los prostíbulos son como cualquier oficina? ¿si las putas son trabajadoras sexuales? por qué hay tanto ocultismo y no las dejan hablar a solas con una periodista.
Es más, en la prostitución es todo tan normal que la única asociación que se autodenomina de trabajadoras sexuales (putas) la montaron los propios empresarios de clubes de alterne (otro nombre para llamar a las prostíbulos).
Pero, por encima de los datos o de lo que me dijeron los expertos, lo que me hizo dar el paso adelante y convertirme en abolicionista fueron los ojos de esas mujeres con las que hablé. Es cierto que hubo dos que me dijeron que querían ser putas. Pero, de verdad, me dices que ser puta es como cualquier otra profesión y en medio de la entrevista se te cuela "si no tienes más remedio que dedicarte a esto". Creo que no. Y no sólo fueron las frases contradictorias que escuché, también sus miradas.
Así que insisto, el sexo no es un trabajo. Legalizar la prostitución es una barbaridad. Es legalizar la trata de blancas. Hablar de trabajadoras sexuales es poner cuerpos de mujer al servicio del placer del macho dominante.
Me diréis que también hay prostitución masculina. Cierto. Y cierto también que mayoritariamente está al servicio de otros machos. Por lo tanto no me sirve como excusa. Es una falsa igualdad como eso de que también hay hombres que mueren a manos de sus mujeres.
No sé si después de este post abrazaréis el abolicionismo como lo hice yo. Si aún queréis más información os recomiendo estos libros:
- Antonio Salas: El año que trafiqué con mujeres
- Gemma Lienas: Quiero ser puta
Y una última aclaración: como periodista, que siempre he intentado ser objetiva, en el reportaje que me encargaron recogí los dos puntos de vista. En mi blog, como sabéis, escribo lo que me sale del unicornio.
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