El follamigo no existe

Es el concepto más ilusorio de la última década porque de la amistad, no hay ni rastro


Sobre el papel la palabra follamigo es perfecta. Tienes un dos por uno de los buenos. Quién no está de acuerdo en que el sexo y la amistad son de las mejores cosas de la vida. Y las tienes ahí, unidas, sin necesidad de compartir armario, negociar qué ves en la tele o quién hace la cena. Pero amigas, no nos llevemos a engaño.

EL FOLLAMIGO NO EXISTE. 

Sólo existe el que quiere follar y punto. Ser tu amigo le importa un pepino. O todo lo contrario. Pensar en intimar contigo más allá de metertela, le da cierto repelús. Su filosofía es "quedamos, follamos y tú por tu camino y yo por el mío". Hasta la próxima vez que a las 3 de la mañana de un sábado o las 7 de la tarde de un miércoles, le pique el miembro y no tenga ganas de rascarse.


¿Vosotras detectáis algún signo de amistad? No os esforcéis, no hay ninguno.

La siguiente pregunta es más compleja. Si queremos un follamigo y la cosa sólo se queda en follar ¿por qué no lo mandamos a la mierda? Respondo en base a mi experiencia (que creo, es colectiva): a nosotras también nos pica allí abajo y Samantha Jones ha hecho mucho daño. ¡Ay mi querida Samantha! ¡Qué folla cada día con uno diferente como si no hubiera un mañana! Qué maravilla... de la ciencia ficción. La mayoría de cerebros femeninos que conozco, y no son pocos, aguantan el modo Samantha Jones una temporadita. Hay algunas féminas que este modo no saben ni como activarlo.

Ni amigo y mucho menos menos de la manita

Ya escribe Milena Busquets en su maravilloso libro "También esto pasará" que las mujeres tenemos tendencia a montarnos películas en las que pasamos de besar y follar precipitadamente en un rincón, a enamorarnos. Y entre lo uno y lo otro estaría, si fuera verdad, el término follamigo. Habrá excepciones, por supuesto, pero voy a hablar en primera persona del singular. Aunque no quiera un novio, quiero compartir algo más que un polvo. Una conversación, un cine, un spa, una comida o una cena. No que me escondan o se escondan entre cuatro paredes (aunque sea de un hotel lujoso).

Expresa esto en voz alta (o lo mensajeas) y el supuesto follamigo se convierte por arte de magia en "pitoniso". Sí, esa tipología de hombre patentado por mis amigas que sólo nos percibe de dos maneras: o somos unas putas o estamos desesperadas por el matrimonio y/o la maternidad. Y de ahí, directamente a desaparecer por arte de magia.

Lo más triste es que el término follamigo tampoco lo puedes sustituir por el de amante. Tener un amante implica un juego de seducción, una clandestinidad excitante donde es cierto que también te sientes como un objeto... pero del deseo. Lo de las experiencias follamigo se parecen cada vez más a ir a la consulta para que te pongan una inyección. 


Así que cada vez lo tengo más claro. En la era de Netflix y HBO (y de juguetes de placer sin fin), si lo único que me ofrecen es un mete-saca, me quedo en mi casa en plan maratón televisivo onanista.

Otra cosa: Señores de la RAE (porque señoras hay pocas) dejen de estudiar la incorporación de la palabra follamigo en el Diccionario de la Lengua Española. El palabro, en la práctica, no existe.

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