Lecciones de desescalada
Los paseítos de una hora diaria me están haciendo una mujer más sabia. Si lo sumo a lo aprendido en 60 días de confinamiento, estoy en nivel tertuliana todo terreno.
El coronavirus me ha unido a uno de mis buenorros preferidos: Jason Momoa. Él hace escalada, yo desescalada. La verdad es que cualquier excusa sirve para poner un fotón tamaño XXL de este Adonis hawaiano. Pero, voy al lío. En estos días de paseítos diarios de una hora, me estoy haciendo experta en varios temas. De las lecciones que he aprendido durante el confinamiento (nivel monacal) ni os explico. Las dejo para otro post. Me he encontrado tanto conmigo misma (y mis cactus) que casi se me olvida la contraseña para escribir en el blog.
Son tantos los aprendizajes adquiridos en este inicio de la desescalada que a lo mejor este artículo se me queda corto y me tengo que plantear hacer la Lanicohpedia de la COVID19. Por cierto, y antes que se me olvide, ¿qué malignidad posee a los académicos de la RAE para que convirtieran al género femenino al virus más chungo de los tiempos modernos? Estábamos todos hablando, y escribiendo, del COVID19 y se despiertan una mañana y dicen que ÉL es de repente ELLA.
A lo mejor estoy siendo muy mal pensada y lo que hicieron fue un acto encubierto a favor de la visibilización trans.
Ahora sí, dejo apoltronados a los de la RAE, y voy a compartir sabiduría de la buena con vosotr@s. Aquí plasmo mis lecciones de desescalada.
A QUIEN MADRUGA...
El horario para que los mayores de 14 a 69 años podamos pasear es un despropósito. Si además, añades que es el mismo horario para hacer deporte al aire libre... O madrugas, y con un poco de suerte Dios te ayuda a mantener la distancia de seguridad. O te vuelves un caminante de la noche, al más puro estilo Juego de Tronos.
Además, que alguien me explique por qué el 70% de la población tiene que coincidir haciendo de todo durante 7 horas repartidas en horario de madrugada-mañana o tarde-noche y, en cambio, los menores de 14 años (que son el 15%) también tienen 7 horas que son seguidas y en la franja de solecito.
Sí, es cierto, no tengo hijos y tampoco tengo perro.
En Cataluña, según datos del año pasado, superamos los siete millones y medio de habitantes. Más de cinco millones tenemos una edad entre 14 y 69 años. Mientras que los menores de 14 y los mayores de 70 superan apenas el millón, respectivamente. Pues a cinco millones de habitantes nos adjudican las mismas horas que al millón cien mil de criaturas y, encima, a unas horas intempestivas.
Puestos a ponerlo "fácil" ¿por qué no nos adjudican un horario de medianoche a seis de la mañana? Así nos hacemos un Lolita que como mujer sabia que es, ella a las seis de la mañana no se levanta, en todo caso se acuesta. ¡Tod@s somos Lolita!
FALTAN PARQUES URBANOS
El efecto desquiciado de estos horarios ha puesto en evidencia que faltan espacios verdes. Sigo con el Idescat (que son los que saben de estadística en Cataluña). En la ciudad donde nací, vivo y me confino somos unos 220.000 habitantes. Más de 150.000 estamos destinados a encontrarnos o, por la mañana o por la tarde, en nuestro horario de desescalada. Pues el drama viene porque solo tenemos un PARQUE que se pueda escribir en mayúsculas. Así que Vallparadís (Valle Paraíso, y esto último lo es más que nunca) parecen Las Ramblas de Barcelona una Diada de Sant Jordi.
Este parque atraviesa varios barrios de la ciudad aunque no llega a todos. Así que la gente pilla el autobús para darse un paseíto como Dios manda... Ya que tenemos que madrugar, que nos sirva de algo. Cruzo los dedos y espero que después de esta crisis, cambien nuestras prioridades y hagamos de nuestras ciudades unos lugares más amables para convivir. Y proyectos que acumulan polvo en un cajón desde hace más de 20 años, como convertir las rieras de mi ciudad en parques urbanos, se hagan realidad.
El problema es generalizado. Si comparamos Barcelona con Londres, la capital catalana tiene cerca de 3.000 hectáreas entre parques y jardines. Los 5 parques centrales de la capital inglesa ya suman, ellos solitos, casi 2.000 hectáreas. Así que sigo con los dedos cruzados, pero que muy fuerte, para que pasemos de una era del gris cemento, a una nueva época donde reine el verde y el color tierra.
E.T. ERA UN VISIONARIO
Cuando E.T. decía "mi casa, mi casa", qué razón tenía. Y no lo digo por la casa física. Estoy de las cuatro paredes de mi piso hasta el gorro. Lo digo por el concepto de cercanía. Tengo la gran suerte de vivir al lado del paraíso (el parque de Vallparadís) pero, hasta los paseítos de estos días, no lo estoy descubriendo. Lo cruzaba para coger el tren, había ido a alguno de los restaurantes que tiene, a algún concierto de jazz al aire libre... pero nada más.
Ha tenido que llegar el coronavirus para que haya descubierto que hay nenúfares, mariposas y preciosos caminos al ladito de mi casa. Tengo fotografías que se miden en gigas de nenúfares de los muchos sitios donde he viajado. También de flores, patos, pájaros, mariposas y rincones de parques de todo el mundo por los que he paseado. Pero desconocía que había un tesoro a cinco minutos de mí.
Al principio, me sentí como una ingrata que busca fuera lo que tiene al lado. Ahora, simplemente, me siento afortunada por poderlo disfrutar y por ponerlo en valor gracias a las experiencias que he vivido.
Desde aquí hago un llamamiento al Ayuntamiento de mi ciudad (Terrassa) para que ponga flamencos rosas y, entonces, me decido del todo a contribuir a la preservación del planeta y no volver a coger un avión para hacer turismo.
ERES TONT@ GILIPÓ
Mis paseítos y mis contadas escapadas al súper me han confirmado una sospecha: hay gentecilla a los que se les tiene que dedicar ese gran éxito de esa banda de referencia. Lo habéis adivinado, hablo de los Ojete Calor y su canción "Tonta gilipó" que voy a hacer extensiva más allá del género.
A la que el vigilante del Mercadona se va al baño, la especie humana de gilipós entran sin mascarilla y demuestran su ignorancia en cuanto a las unidades de medida de longitud. El día que explicaron en el cole lo que es un metro y medio debían tener la gripe (aquí hay ironía fina) y lo confunden con escasos centímetros. En el caso de los gilipó masculinos deben creerse superdotados si aplican sus conocimientos sobre medidas a campos más íntimos.
En el parque, te encuentras a quien te viene de frente tranquilamente ocupando todo el carril. Sin mascarilla. ¿Se aparta a un lado para garantizar la distancia mínima de seguridad? La respuesta es no. Sigue campando a sus anchas y si mientras os cruzáis tose o echa un escupitajo, pues jódete que diría la Esteban.
Estoy tan harta, que directamente me largo de la estantería del súper o al caminante insolidario le doy la espalda hasta que pasa de largo. Cuando van en pareja, oigo comentarios. Me la sudan. En mi entorno ha habido casos de coronavirus y lo han pasado mal. Así que mi buena educación pasa por cuidarme. Como diría Quevedo: ande yo caliente y ríase la gente.
Cito a Quevedo para compensar lo de la Esteban.
POSESIÓN POLICIAL
Necesito un exorcismo. Estoy poseída por un espíritu de guardia urbano que quiere multar a tod@s l@s tont@s gilipó que me encuentro en el parque, en el súper, cuando voy a tirar la basura o miro por la ventana. Con las sanciones imaginarias que llevo, la recaudación me da para dejar a Londres a la altura del betún con mi nueva política de parques urbanos.
También me ha poseído un demonio con aires de alcaldesa. Puesta a elegir espero ser más Manuela Carmena que Ada Colau. Me pirra mucho el momento "no dejo mi bolso ni a tiros" y "aquí va una cabalgata de Reinas Magas". Colau le ha querido seguir los pasos con lo del conciertito de los balcones pero el #noteloperdonarejamáscarmena sigue siendo trending topic.
Y como se descuide el ministro Illa, le quito el cargo y derogo sus desquiciados horarios de desescalada. Eso sí, a Fernando Simón, lo dejo como portavoz.
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