Menos aplausos y más mascarillas

Convirtámonos todos en cuidadores, los unos de los otros, y aprendamos a movernos en manada de una manera diferente. En la adaptación está la llave de nuestra supervivencia.


Simples gestos como llevar mascarilla (bien puesta), mantener la distancia de seguridad (la adecuada en cada situación) y lavarse las manos (a menudo y en profundidad) son gestos de una enorme solidaridad. Hacia los sanitarios, hacia los trabajadores esenciales, hacia los afectados por un ERTE o los que directamente se han quedado sin empleo, hacia los colectivos de riesgo... Así que, como digo en el título del post, menos aplausos y más mascarillas. Menos desgañitarnos con el Resistiré y más acciones para cuidar nuestra salud y la de los demás. Solo así superaremos esta crisis social, económica y sanitaria.

Urge que tomemos consciencia de la llamada "nueva normalidad" durante este descenso de la curva para que empiece la recuperación necesaria que nos permita aplicar los cambios que este mundo nos está pidiendo a golpe de pandemia. Es la hora de responsabilizarnos de nuestro cuidado y, en consecuencia, del cuidado de nuestros conciudadanos. Solamente así podremos disfrutar de los paseos, del deporte al aire libre, de las terrazas sin ponernos en riesgo y sin poner en riesgo a los demás.


Tenemos derechos, claro que sí. Y los reivindico todos. Pero también tenemos deberes. En el ejercicio de nuestra responsabilidad individual es como podemos superar esta etapa de imposiciones y horarios restringidos. Tenemos la información, la tenemos que aplicar y, sobretodo, tenemos que asumir que mientras no haya vacuna, es necesario relacionarnos de manera diferente.

Llevar mascarilla y llevarla bien puesta, nos permite relacionarnos con los demás sin peligro. También cuando mantenemos las distancias de seguridad. La normal (de dos metros), la de correr (pon 10 metros), la de ir en bici, (20 metros)... Y suma y sigue. Este post no tiene la intención, ni mucho menos, de ser fuente de información sobre buenas prácticas. Simplemente os quiero transmitir un mensaje: Hace calor, Lo sé. Pero me da igual, no me quito la mascarilla aunque me esté sudando el jeto a mares. Y me gustaría que ese gesto fuera universal. 

Me cuido y os cuido. Por favor, cuidaros vosotros también, y cuidarme. Gracias.

Como nos cuida el restaurador que dispone la terraza con las distancias adecuadas entre mesas. En un gesto recíproco, lo cuidamos los clientes que vamos y consumimos en su negocio. También lo hace el comerciante que atiende con mascarilla, con guantes y que mantiene una desinfección impecable. Los que adquirimos sus productos, lo cuidamos a él.

Todo esto os lo dice una individua que pensaba que el coronavirus era una simple gripe. Ahora ya sé que mi vida, nuestra vida, va a ser distinta. Es ya distinta. No solamente por el hecho de llevar mascarilla, medir las distancias de seguridad, llevar gel hidroalcohólico en el bolso, y lavarme las manos compulsivamente.


Es diferente por una simple razón: Como sociedad, como especie humana y, en primera persona del singular, como individua no quiero hacer un reset, reinstalar toda la maquinaría como estaba y pretender que aquí no ha pasado nada. Quiero una actualización del programario avanzada. ¿Qué hemos aprendido? ¿Qué cosas buenas podemos sacar de todo esto? ¿Qué sociedad post-COVID queremos?

Estoy haciendo teletrabajo desde el minuto uno. Y más allá de los horarios imposibles provocados por esta situación de emergencia, he visto muchos bondades en el hecho de no tener que desplazarme cada día hasta mi oficina. Un teletrabajo normalizado me parece una herramienta súper útil para conciliar vida laboral y personal. Digo personal porque no es cuestión, únicamente, de conciliar horarios por la familia. Es muy importante que tomemos consciencia de NUESTRO CUIDADO. Sí, el mismo, que nos permite cuidar a los demás de manera indirecta. Si procuro estar bien, mi entorno está bien. Es una ley que funciona, lo aseguro, casi tan bien como la de Murphy (que diría que es la más exacta del mundo).

Si hay una piscina, resbalas y te mojas fijo (Murphy)

También he redescubierto el comercio de proximidad. Una manera de consumir diferente que tiene un efecto directo sobre mi salud. En mi caso, mi nueva manera de consumir me ha llevado hacia una alimentación más saludable. Y, como llevo repitiendo cansinamente desde hace muchas líneas, el cuidarme también tiene efectos en el global de la sociedad: si compro agua embotellada en vidrio genero menos plásticos, si como más fruta y verdura mantengo mis defensas más altas. Y sigo sumando.

La mejora del sistema sanitario no pasa únicamente por tener más personal y mejor pagado, así como más y mejores instalaciones. También es necesario promover un estilo de vida más saludable gracias a un cambio de la alimentación, a la promoción del deporte, a un descenso del estrés, etcétera. Para conseguirlo, hay que replantear muchas cosas. Por ahora, señalaré dos que me parecen fundamentales:

  • Una industria alimentaria que deje de girar entorno a los beneficios económicos, y se comprometa con la salud de los consumidores. Y mientras no lo haga, como consumidores tenemos que tomar consciencia de los productos ultraprocesados y como van en nuestra contra. Os ánimo a que sigáis a Carlos Ríos y su RealFooding. A mi me ha abierto los ojos de par en par. Os daréis cuenta que la mayoría de anuncios nos animan a consumir "veneno".



  • Unos trabajos que nos permitan tener tiempo. Para planificar un consumo responsable, para hacer deporte, para desarrollar nuestras aficiones, para compartir todos los cafés y birras del mundo... Aunque leído así pueda parecer que me he fumado toda la hierba del Retiro, afirmo si pestañear que "un empleado con tiempo es un empleado más feliz, más creativo y más comprometido con la empresa". Lo dicen los expertos, entre los cuales -todavía- no me incluyo (pero tiempo al tiempo).
Y estas dos medidas tienen que ser universales. No me vale que nos beneficien a unos pocos. Todo el mundo tiene que tener acceso a un buen estilo de vida. Que no se nos olvide que muchos de los trabajadores que han sido esenciales durante esta crisis son los que tienen que encadenar trabajos para llegar a final de mes y que lo de la alimentación saludable y la conciliación familiar y personal les suena, y no por voluntad propia, a un idioma extraterrestre.

Así que después de la chaladura universal por acumular papel higiénico en casa, a ver si nos entra la locura de cuidar y cuidarnos, de empoderarnos, y de dar importancia a lo que (y también a quien) realmente vale la pena.

Se me han quedado muchas ideas en el tintero, así que amenazo con un próximo post de nuevas reflexiones. Quiero hablar de la importancia de la ciencia, de la educación, de los liderazgos de verdad, de lo esencial y lo estratégico, del cambio climático, del respeto por nuestros viejunos, de trascender nuestras barreras mentales, de la utilización del lenguaje bélico, de los que redactan el BOE...

Mientras tanto, no olvidéis que, como dice La Vecina Rubia"Cada vez que sales a la calle sin mascarilla, te la pones con la nariz por fuera o en el cuello, muere un conejito".



Comentarios